Monte Regaliz está ubicada en Suano (Cantabria), es una casa rural individual de piedra y estructura de madera, con un jardín privado, barbacoa y cobertizo acristalado con muebles de exterior.

Es el destino ideal para grupos de amigos y familias que quieran pasar unos días en una zona tranquila, en pleno entorno rural, cerca del monte y de la estación de esquí de Alto Campoo y a escasos 50 minutos de la playa, pero con todas las comodidades de una casa moderna y funcional.

La casa se divide en dos plantas.



En la planta baja se ubica un amplio espacio abierto donde se encuentra a la derecha, el salón con chimenea y wifi, y a la izquierda la cocina y el comedor, dotados de menaje completo para dar servicio a 12 personas y cocinar como en casa.

En el distribuidor de la planta baja hay un aseo y una habitación con baño completamente adaptada para personas con discapacidad física y/o movilidad reducida.

Accedemos a la planta superior a través de una cómoda escalera de madera de Iroko, iluminada por la luz natural que dejan pasar las ventanas que hay sobre ella, y llegamos a un distribuidor que da acceso a cuatro amplias habitaciones todas ellas tienen baño propio con ducha, secador y toallas.

Dos de las habitaciones cuentan con una cama de matrimonio de 140 cm. y las otras dos de dos camas de 90 cm. cada una de ellas.

Para quienes viajéis con niños, ponemos a vuestra disposición, bajo petición, cuna de viaje y trona, así como la posibilidad de una cama supletoria y juguetes para que los más pequeños no olviden su paso por Monte Regaliz. Todo ello para hacer que vuestra estancia en la casa sea lo más confortable posible.

Un poco de historia

La casa rural Monte Regaliz fue construida en 1920 y rehabilitada recientemente. Antes de ser casa rural, fue cantina y en su colgadizo se juntaban las mozas del pueblo a coser, a tocar la pandereta mientras entonaban cantares tradicionales y bailaban.

En la hornera, que aún hoy se conserva, se hacía pan para toda la semana. Como curiosidad, era tradición pasarse la levadura envuelta en una hoja de repollo de una casa a otra, de este modo cada vecino del barrio tenía un día a la semana asignado para cocer su pan.